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Tras más de dos décadas destilando sentimientos en una docena de discos, en noviembre ve la luz el nuevo trabajo de Rulo y la Contrabanda, Basado en hechos reales, un excepcional cuaderno de bitácora musical colmado de viajes en el tiempo, turbulencias emocionales y experiencias vitales. Pero, sobre todo, el álbum que mejor recoge su ADN y su envidiable capacidad para agitar el alma humana. ''Sigo aquí escribiendo canciones'', anuncia Rulo en los primeros acordes del disco. Y qué suerte la nuestra. Porque para conmoverse con su música no es necesario haber seguido su extensa carrera. Tampoco comprender sus giros, ni los relatos que defiende o el estilo musical en el que enfunda sus versos. Basta con escuchar sus canciones, pues el artista de Reinosa se ha convertido en todo un mago de la emoción universal.
Para esta nueva aventura, ha viajado hasta California a ponerse en manos de Thom Russo, el multigalardonado productor que ha trabajado con artistas como Alejandro Sanz, Audioslave o Eric Clapton. Y, allí, en los Steakhouse Studios y The WoomRoom de Los Ángeles, ''Basado en Hechos Reales'' se ha vestido con las evocadoras baterías de Randy Cooke (Smash Mouth, Ringo Starr, Alanis Morissette), las seductoras cuerdas de Stevie Blacke (Elton John, Joe Cocker, Lady Gaga), las guitarras delirantes de Craig Ross (Lenny Kravitz, BB King, Eric Clapton), los teclados del propio Thom Russo o el bajo de Eric Holden. El vocalista y Dani Baraldés 'Pati' completaron las guitarras del disco. Con estos mimbres se ha forjado un trabajo de una incuestionable calidad musical sustentado en líneas melódicas cautivadoras, intensos estribillos y un sonido minuciosamente alineado con la personalidad y la voz aterciopelada de Rulo. Pero, por encima de todo, el corazón del disco son diez canciones que parecen esculpidas con una delicadeza casi artesanal.

Abre el disco ''Verano del 95'', una cálida regresión sonora a la adolescencia y una serena toma de posiciones vital, que entre el pop y el rock abre paso a ''Todavía'', la ''mezcla de fuego y gasolina'' que mejor define el espíritu musical del compositor. El álbum avanza entre melodías, armonías y bases rítmicas tan orgánicas como sugerentes. Desde la hipnótica batería de Randy Cooke en ''The End'', que parece insinuar las traviesas de las vías de un tren que agoniza, al enternecedor diálogo de piano y cuerdas en la balada ''Las señales''. Desde las originales alegorías de ''Mal de altura'' a los certeros juegos de palabras de ''Como la luna'' o ''Polaroid''. Es precisamente esta última una de las cumbres emocionales de este viaje por las tripas del músico: ¿Cómo no dejarse pellizcar por ese estribillo y explotar con él? ¿Cómo no palpitar con esa percusión? ¿Cómo no dejarse acariciar por sus cuerdas? Aunque la impronta rockera del cántabro se insinúa durante todo el largo, se aviva con las magníficas guitarras de Craig Ross en ''Bienes y males'' y ''El Blues de los sueños rotos''. Si en la primera, el estadounidense exhibe su dominio de las seis cuerdas como hilo conductor de la canción, en el blues dota de una elegancia exquisita este melancólico relato llamado a aguijonear vísceras. Pero nadie quiere abandonar un álbum con el corazón encogido. Quizá por eso, esta aventura se cierra con ''La última bala'', un sereno medio tiempo que afloja el éxtasis visceral para ofrecer una toma de tierra a ese paseo por las nubes que nos regala el LP. Con Basado en hechos reales, Rulo ha vuelto a hacerlo. Se ha emocionado para emocionarnos. Se ha inspirado para inspirarnos. Se ha basado en sus hechos reales. Y nosotros... en los nuestros.